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AVATAR y FANZARA disfrutan de su nuevo hogar

“Son unos gatos tímidos” nos aseguraron. Tenían unos cuatro años y medio, y miedo a los acercamientos humanos. El albergue, pese a cuidarles muy bien, no conseguía que los gatos estuviesen como en una casa: alegres y con un pelo sedoso y brillante. A su llegada comprendimos que debíamos ser pacientes y respetar su espacio. Nos preparamos para esperar algún tiempo a poder achucharles como nos gustaría.

Tardaron pocos días en salir de sus escondrijos, unos pocos más en dejar que nos acercásemos. No habían pasado ni tres semanas de su llegada cuando Anubis nos sorprendió saliendo de debajo de una mesa a pedir mimos. Repetía ese gesto siempre que andábamos cerca; así fue como se ganó el mote de “el Peajes”. Estábamos obligados a rascarle cuando nuestros pasos se interponían en su camino. Restregón por aquí, restregón por allá. Hoy es una pequeña pantera brillante que se pone panza arriba para que lo rasques mejor.

Fanzara, por su parte, nos demostró que la timidez era una fachada fácilmente destructible. Sin darnos cuenta, esta gata callejera atigrada se volvió la reina de la casa: los saltos por los sofás se volvieron comunes, se unió a Osiris en las manifestaciones pro-comida húmeda y la cama dejo de ser nuestra para ser sobretodo de ella. Ahora todas las noches duerme con nosotros.

¿Qué por qué adoptar un gato adulto y tímido? Porque no hay nada más gratificante que devolverles la felicidad que nunca debieron perder.

AVATAR en el albergue:

Avatar en el albergue

 

 

FANZARA en el albergue:

Fanzara en el albergue

 
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